
¡Cuervos días!
"Provincia holandesa de Overijssel, verano de 1961. Dieciséis años después del final del conflicto bélico, Isabel vive sola en la casa de campo donde se ocultó con su madre y sus dos hermanos huyendo de las bombas que caían sobre Ámsterdam. En este refugio aislado, Isabel se ha construido una vida de estricta rutina que se ve alterada de pronto cuando su hermano mayor Louis, un donjuán irredento y heredero de la mansión, se presenta con Eva, su pareja actual. Cuando Louis anuncia que debe partir de viaje durante varios meses y que la chica se quedará en la casa, Isabel desarrolla una obsesión furiosa contra Eva a medida que va descubriendo su manera de ser, totalmente opuesta a la suya: duerme hasta bien entrada la mañana, es locuaz hasta el cansancio y no para de tocar lo que no debe. Mientras el calor del verano se torna asfixiante, la tensión entre las dos mujeres llega a un punto de efervescencia peligroso."
Con esa misma sencillez nos sumerge en un erotismo imprevisto, una pulsión embriagadora que aturde los sentidos y nos hace sentir espías de algo que no deberíamos ver. O víctimas de su mismo pesar. Juro que estoy maravillada por la aparente facilidad (Que no lo es, para todo hay que tener talento) con la que su autora dota de tensión cada escena por inocente que parezca. ¿Y qué podría ocurrir entre estas dos mujeres que sea tan revelador, con la capacidad de desenterrar los cimientos de su muy ensayada vida para atormentarlas y resucitar las voces que se niegan a escuchar? Ah, qué será.











