¡Cuervos días!
Mis veranos no serían lo mismo sin una novela de Stephen King, y me alegra que el autor esté tan enamorado de Holly Gibney porque adoro seguir leyendo historias protagonizadas por ella. En ésta, más alejado de sus raíces sobrenaturales y volviendo al thriller policial, nos encontramos con dos arcos argumentales destinados a una inevitable colisión.

"Cuando el Departamento de Policía de Buckeye City recibe una carta de alguien que pretende «matar a trece inocentes y a un culpable» para expiar una muerte innecesaria, la detective Izzy Jaynes no sabe qué pensar. ¿Están a punto de asesinar a catorce personas por venganza? Preocupada, decide acudir a Holly Gibney para que la ayude.

Mientras tanto, la activista por los derechos de la mujer Kate McKay se embarca en una gira de conferencias, atrayendo a tantos seguidores como detractores. Alguien que se opone vehementemente a su mensaje ataca sus eventos y, aunque al principio nadie resulta herido, el acosador se vuelve cada vez más atrevido, y contactan a Holly Gibney para proteger a Kate. Con un fascinante elenco de personajes conocidos y nuevos, estos dos hilos narrativos se unen en un tapiz escalofriante y espectacular."


¿Qué hay peor que un asesino en serie? Dos. O al menos, eso es lo que se insinúa cuando las cartas anónimas que recibe la activista Kate McKay comienzan a tornarse cada vez mas violentas. Al mismo tiempo, un culto y discreto asesino anda en las calles matando a inocentes para exculpar un crimen con una retorcida metodología.

Holly Gibney, ya uno de los personajes más emblemáticos de Stephen King, vuelve con un nuevo caso por resolver. Para quienes estén interesados en seguir por orden cronológico sus apariciones, éstos son los libros que necesitáis leer para conocerla: La trilogía de Bill Hodges (Mr Mercedes), El visitante, La sangre manda, Holly. No son de lectura imprescindible ya que "No tengas miedo" se sostiene por sí sola, pero pueden ser útiles para conocer mejor a algunos de sus personajes y el pasado que arrastran.

No será el único personaje conocido con el que nos reencontremos, pero esas sorpresa prefiero reservárosla para la lectura. Entre los protagonistas nuevos para ésta novela encontramos a la ya mencionada Kate y su ayudante, Corrie, sometidas al acoso de un fanático (o fanática) religioso que se opone a los mensajes que ellas defienden. Éste tema alcanza gran valor ya que King aprovecha para plantear el debate sobre lo que algunos están dispuestos a hacer justificando que sus creencias son, a sus ojos, las únicas admisibles. Que, oponiéndose al aborto, sean capaces de asesinar a quienes lo practican legalmente. Llamarse "pro-vida" pero atentar contra las vidas de quienes no son como ellos.

Ésta trama va interconectada a la que yo considero la historia central de la novela y la de mayor peso: Un asesino anónimo que se hace llamar Trig ha amenazado con quitar la vida a catorce personas para así "reparar el daño causado" con la muerte de Alan Duffrey, inocente condenado injustamente que fue asesinado en prisión. Aunque su lógica retrata a un perfecto demente, el hecho de que esté dispuesto a matar indiscriminadamente lo convierte en alguien difícil de identificar y lo que es aún peor, de detener. Es por eso que la investigadora Izzy Jaynes intentará contar con la ayuda de su muy curiosa y aún más talentosa amiga, Holly.

La construcción de éste villano me ha gustado mucho, tenemos tiempo para conocerlo en profundidad y compartir sus psicóticos pensamientos, así como sus charlas con el recuerdo de su padre. Es esa sombra lo que nos hace conscientes de su locura, y también de las profundas heridas que han vuelto a éste personaje tan inestable. ¿Pero cuál es su identidad real? ¿Es algún personaje que ya conocemos y al que no estamos logrando asociar con su seudónimo? Un interesante misterio que os acompañará hasta el final.

Se echa en falta la carga sobrenatural a la que King nos tuvo tan acostumbrados y que se muestra ¿ausente? en ésta novela. Lo pongo en duda porque, tras finalizar su lectura, queda la sensación de que él mismo deja una puerta abierta para futuras historias. Juzgad vosotros cuando lo acabéis, ya sabéis que aquí no me permito ni el mas mínimo spoiler.

Un hombre dispuesto a tomarse la justicia por su mano y un fanático capaz de todo por silenciar a quienes no piensan como él. Dos historias que terminarán colisionando para hacer eco en las vidas de todos nuestros protagonistas, poniéndolas en juego.









¡Cuervos días!
Demasiados sin una novela gráfica asomando entre éstas reseñas. Para solventarlo he tenido que recurrir a uno de mis favoritos, el siempre necesario Paco Roca en ésta publicación junto a Rodrigo Terrasa rescatando algunas de las historias más humanas y olvidadas de nuestra sociedad.

"El 14 de septiembre de 1940, 532 días después del final de la Guerra Civil española, José Celda fue fusilado por el régimen franquista junto a otros 11 hombres en la tapia trasera del cementerio de Paterna, en Valencia, y enterrado con ellos en una fosa común. Más de siete décadas después, y tras una larga travesía por el lado oscuro de un país acomplejado por su pasado, Pepica, la hija de José, una anciana ya octogenaria que tenía 8 años cuando mataron a su padre, logró por fin localizar y recuperar sus restos para restaurar su dignidad.

En la batalla personal de Pepica Celda contra el olvido fue decisivo el papel de Leoncio Badía, un joven republicano que había sido condenado tiempo atrás a trabajar como sepulturero en el cementerio de su pueblo. Jugándose el pellejo, Leoncio, un hombre obsesionado con el sentido de la vida y el orden del universo, había colaborado durante años y en secreto con las viudas de los represaliados de la guerra para identificar sus cadáveres, darles sepultura de la forma más digna posible, localizar sus fosas y ocultar mensajes entre sus restos, convencido de que algún día alguien podría sacarlos de allí.
"


Da igual cuántos años pasen, hay historias que nos llegan con el dolor de una huella imborrable. Aún más imborrable mientras quede quien las cuente, quien las recuerde y especialmente, quien honre la memoria de quienes las vivieron.

"Celda era un hombre alto, tan alto que el día que lo fusilaron las balas le atravesaron el pecho y no la cabeza como a sus compañeros de paredón. [...] El día que lo mataron la guerra ya había acabado".

Rodrigo Terrasa pasó años hasta convencer a Paco Roca de que la historia narrada por Pepica, vecina de Paterna, y de los caídos en el cementerio de Masalfasar merecían ser contadas. Ya no solo por hacerse eco de lo que allí ocurrió e impedir que desaparezca de la memoria colectiva, ya que como sociedad nos debemos ser conscientes de las atrocidades que ha cometido nuestra especie y con qué impunidad llegan a ignorarse delitos contra la humanidad, o a anular el derecho de las familias a recibir consuelo, al descanso eterno. Algo tan humano como tener un lugar donde llorar la ausencia de un ser querido.

A través de sus viñetas es más fácil retratar una época cruel y dolorosa, reviviendo los fantasmas de aquellos que murieron y a los que nunca se ha podido poner nombre. Esos fantasmas pertenecen a personas que fueron enterradas en fosas comunes y que, muchos años después, gracias al trabajo de unos pocos valientes, han podido ser identificados. Entre ellos estaba Leoncio Badía Navarro, enterrador condenado a trabajar en el cementerio "enterrando a los suyos". No pude evitar pensar en cuántas películas se han hecho con personas que salvaron a cientos en situaciones de guerra, y siento que ésta persona bien merecería el mismo reconocimiento. Me paro a pensar en lo duro que debió ser, y en la firmeza necesaria para atreverse a hacer lo que hizo él: Intentar ordenar los cuerpos, llevar un registro de dónde estaba cada uno, preservar recuerdos que poder devolver a sus familias cuando aparecieran por allí preguntando por ellos.

Pero su historia es solo una de las muchas que incluye ésta novela, que pese a narrar hechos reales se sirve también de la magia de la literatura para dar forma a una historia lineal, con sus propios personajes  y su propia alma. Muy interesante su visión sobre los ritos funerarios, la tradición griega y la necesidad desde tiempos de Homero de un funeral digno que permita a los caídos el acceso al otro mundo.

Poco más puedo añadir de la magistral forma en que ambos han tejido ésta historia, trasladándonos entre épocas y personajes sin caer en la herida abierta, aunque sí emocionando. Finalmente el volumen recoge un epílogo que pone rostro e imágenes reales a todos cuantos han ayudado en la elaboración de la novela, desde sus protagonistas hasta los propios autores.

¿Es dura? Desde luego. Pero sería un error dejar que éstas historias desaparezcan y caigan al olvido. Sería un error dejar de darle importancia a una de las páginas más oscuras de nuestra historia. Un error aun mayor faltarle al respeto a la memoria de todos cuantos sufrieron en su piel las barbaridades que se cometieron. Las que aún arrastramos, porque la justicia se niega a volver la vista atrás y devolver la dignidad a tantos y tantos desaparecidos. Como bien cita el libro, somos un país obsesionado con despreciar su memoria. 

Recomendada para todos los que no quieran apartar la mirada al abismo. Nunca olvidemos.







¡Cuervos días!
Va llegando el calor, la época ideal para meternos un par de sustos en el cuerpo. Y quién mejor para lograr ese efecto sin renunciar a una narración inmejorable, que el maestro en el género.

"En mitad de la noche en un barrio tranquilo de Minneapolis raptan a Luke Ellis, de doce años, tras haber asesinado a sus padres. Una operación que dura menos de dos minutos. Luke se despierta en la siniestra institución conocida como el Instituto, en un cuarto que se asemeja al suyo pero sin ventanas. En habitaciones parecidas hay más niños: Kalisha, Nick, George, Iris y Avery Dixon, entre otros, que comparten capacidades especiales como la telequinesia o la telepatía. Todos ellos se alojan en la Mitad Delantera de la institución. Los mayores, en cambio, se encuentran en la Mitad Trasera. Como dice Kalisha: «El que entra no sale».

La señora Sigsby, la directora, y el resto del personal se dedican a aprovecharse sin compasión del talento paranormal de los chicos. Si te portas bien te premian. Si no, el castigo es brutal. Luke se da cuenta de que las víctimas van desapareciendo y son trasladadas a la Mitad Trasera, así que se obsesiona con huir y pedir ayuda. Pero nunca nadie ha escapado del Instituto..."


Stephen King vuelve al terror con una novela que no necesita monstruos sobrenaturales para helarte la sangre. El Instituto es un descenso angustiante por los pasillos fríos de una institución secreta donde el miedo no proviene de un ser de otra dimensión, sino del propio ser humano.

Luke Ellis es un niño prodigio: Inteligente, sensible, curioso. Pero lo que debería ser un perfil de ensueño para un futuro prometedor lo convierte también en objetivo: Es secuestrado, encerrado en una instalación en medio del bosque donde él y otros niños son torturados en nombre de un bien mayor. Pronto entenderá por qué él y no otro: Los que están allí no son niños corrientes, están dotados de habilidades sobrenaturales que los hacen desarrollar telequinesis o telepatía. Carentes de promesas, sus vidas se convierten en un juego de supervivencia frente a castigos cada vez más inhumanos.

King retoma su obsesión con la infancia —Propia de grandes títulos como It, Carrie o Firestarter— pero la desnuda de nostalgia. No hay bicicletas voladoras ni pandillas de verano; hay dolor clínico, electroshocks, drogas, traición. Y una pregunta que consumirá a los lectores: ¿cuánto vale una vida cuando se piensa en estadística? ¿Cuántos niños deben sufrir para evitar una catástrofe?

"Todo el mundo quiere ser el bueno en su propia historia. Incluso los verdugos."

La narración es adictiva, fluida, con ese estilo tan suyo que mezcla humor, crítica social y ternura. Es verdad que a veces no fluye con absoluto dinamismo, pero no aburre. Va siguiendo la historia de sus distintos personajes y todos logran ser lo suficientemente interesantes. Pero no nos engañemos: El Instituto no es solo una distopía con adolescentes. Es una acusación sutil hacia el mal moderno: los procedimientos, las órdenes, las caras sonrientes de quienes creen que el fin justifica los medios. La burocracia del horror.

Tampoco es una historia muy alejada de la realidad, se sienten ecos de esa américa obsesionada con el control y la seguridad preventiva. Una estampa oscura, sí, pero siempre con un enfoque empático que nos obliga a cuestionarnos todo cuanto se nos plantea.

A veces lo importante no es conocer el horror: Es estudiar la cicatriz que nos deja y cómo actuamos frente a ella.






¡Cuervos días!
Dudaba con ésta reseña por lo difícil que puede ser recomendar la lectura de éste libro, pero creo que lo injusto sería negarle su espacio cuando su calidad no merece ser despreciada con tanta frialdad.

"Para el asesino en serie británico Andrew Compton, matar es un arte: el arte más íntimo. Tras fingir su propia muerte para escapar de prisión, Compton se encamina hacia EE. UU. con la intención de seguir perfeccionando su talento. Torturado por sus perversos deseos, llevado a poseer y asesinar a chicos jóvenes, Compton se une a Jay Byrne, un playboy disoluto que ha llevado su arte a límites que ni siquiera él había imaginado. Juntos, dirigen sus miradas hacia un chico de la calle, Tran, americano de ascendencia vietnamita, y de belleza exquisita, a quien consideran la víctima perfecta. Esta novela va dirigida a aquellos que se atreven a entrar en donde lo sagrado y lo profano se convierten en uno."


Abstenerse estómagos sensibles. No, no es una llamada de atención para que los más morbosos sigáis leyendo. Es un aviso claro de que las descripciones de ésta novela y los actos que se practican en ella llegan a ser realmente explícitos, como una película gore que logra sellar su identidad en tinta.

Pero precisamente siento que por su temática (sadismo, necrofilia, canibalismo) es un libro que puede ser juzgado de forma prejuiciosa sin un mínimo interés por su argumento y es lo que quiero evitar. No es una recreación gratuita que busque desesperadamente incomodar al lector. Nos transmite cómo sienten y piensan éstos asesinos, a través de esos monstruosos ojos con tan inquietantes filias. Leer una ficción no significa que aprobemos lo que en ella se relata. Con ésta aclaración, comienzo mi reseña.

La historia se ambienta principalmente en Nueva Orleans, a principios de los 90. Nuestros narradores son cuatro, y entre ellos se intercalan los distintos capítulos de la novela: Por un lado están Luke Ransom y Tran, pareja caída en desgracia después de que el primero diera positivo en VIH y no soporte la idea de morir en soledad. Después tenemos a Jay Byrne, un joven siniestro pero atractivo con una inquietante colección en casa. Y sin duda el verdadero protagonista, quien hila todas las tramas y domina con una oscuridad inalcanzable para cualquier otro: Andrew Compton, asesino en serie que acaba de fugarse de prisión fingiendo su propia muerte.

Con una narración exquisita, su autor nos sumerge en la oscuridad que envuelve a los cuatro personajes y las dantescas vidas a las que han sido condenados. Hasta que conectan. Y lo más disfrutable es que ninguno flaquea, son cuatro personalidades muy bien resueltas y complejas que nos atraparán, fascinarán... y alguno, repulsará. Es el caso de la pareja que más protagonismo cobra, ese par de "artistas" del asesinato que encuentran el mayor de los placeres en el sufrimiento ajeno. Cuando se conocen, reconocen al monstruo que habita en el otro y la conexión entre ambos es más que inevitable: Es el principio del caos.

Pese a la violencia intrínseca de la novela he de decir que encontré poética la forma en la que el autor escribe, su uso de las palabras, o el ingenio con el que describe los pensamientos de estas bestias. Las descripciones son inmejorables, el ritmo jamás decae y hasta escenas que en apariencia no son mas que un nexo entre un suceso y otro se convierten en verdaderos monólogos que impregnan el tono decadente y hostil de toda la obra. También cómo la tensión no deja de aumentar a medida que conocemos los gustos y flaquezas de cada personaje, cómo intuimos que acabarán conociéndose o el destino fatal que parece estar esperando a alguno de ellos. Porque estaremos demasiado presentes en esos momentos de cruda intimidad, demasiado inmersos en la trama para sentirnos ajenos a lo que ocurre.

Tampoco hay que pasar por alto el retrato social que hace la novela, especialmente a la comunidad homosexual y el fuerte impacto que a principios de los noventa tuvo la epidemia de sida, o las diferentes adicciones a las que se veían arrastrados jóvenes faltos de recursos y esperanza. Por no hablar de una magistral escena que expone la corrupción policial. En un ambiente cargado de tanta hostilidad y desesperanza no resulta difícil sentir la figura de algún depredador acechando, a la espera de un momento de debilidad.

En lo que no me voy a detener es en relatar la inspiración detrás de estos dos asesinos en serie, podéis encontrarla con facilidad en la propia novela. Creo que el furor por los "true-crime" está ya demasiado extendido y como dije no quiero reducir la historia a ellos, porque haría flaco favor al conjunto de su inmensamente disfrutable lectura.

"El arte mas íntimo" es una novela dura que sin embargo posee una gran calidad narrativa y personajes capaces de engancharnos a lo largo de toda la obra, por más enfermizos que sean sus actos o nos hagan sufrir acechando a alguien por quien hemos desarrollado simpatía.