Reseña: Los herederos, de Wulf Dorn

¡Cuervos días! No es la primera vez que leo a Wulf Dorn, ya van tres, pero jamás un libro suyo me había provocado tanto mal rollo como éste. "Los herederos" es un thriller psicológico en todo su esplendor, tan intenso que borda lo terrorífico... porque nada da más miedo que abrir los ojos al desolador mundo que estamos creando.

"Nada es más aterrador y cruel... que ver el odio en los ojos de un niño. En mitad de la noche, una llamada alerta a la policía de un accidente de tráfico en una carretera secundaria. La mujer, Laura Schrader, está conmocionada. En la aldea cercana, todos los habitantes parecen haberse desvanecido en la nada. Ciento sesenta y cuatro personas, desaparecidas. Solo ella sabe lo que ha sucedido. Solo el psiquiatra puede ayudarla a descubrir la verdad."

Laura Schrader debe declarar sobre todo cuanto recuerda, lo que ha visto y vivido antes del accidente. Sólo ella tiene las respuestas, pero tanto el psiquiatra como el criminalista que la acompañan ven sus recuerdos muy incoherentes. Nosotros, como lectores, sólo dispondremos de esos recuerdos para intentar averiguar qué ha sucedido durante las horas previas a ese encuentro. Seremos testigos presenciales de la narración de Laura, y a la vez, en tiempo presente, del efecto que sus palabras causan en los dos hombres que la acompañan.
No es la primera vez que Frank Bennett, criminalista, recurre a la ayuda del psiquiatra Robert Winter para intentar resolver un caso. Ésta vez, sin embargo, todo se presenta más complejo que nunca. Laura podría ser acusada de un homicidio que no recuerda, hay un centenar de personas desaparecidas y cuanto más saben, menos entienden. La forma en que Laura se comporta la hace parecer una completa lunática, ¿Pero de verdad lo es? ¿Qué hay de cierto en lo que dice haber visto?
Para entenderla, la novela nos transporta varios días atrás, a un viaje que Laura realizó junto con su hermana Susann y la hija de ésta. La pequeña lleva días comportándose de un modo muy extraño, taciturno, incapaz de centrarse en ninguna actividad y con episodios de sonambulismo que comienzan a volverse peligrosos. Lo que ninguna de las mujeres sabe es que no se encuentran ante un caso aislado, y que esas terroríficas sonrisas que han visto en los labios de algunos niños del barrio significan mucho más de lo que parece.

Creo que los adultos a menudo cometemos el error de subestimar a nuestros hijos, y eso que deberíamos ser los mejores en saber lo que os pasa por la cabeza. Al fin y al cabo, nosotros también fuimos niños.

Wulf Dorn tiene una gran habilidad no solo para contar historias, sino también para dotarlas de un trasfondo social. Ya lo hizo en Phobia (Reseñado aquí), que sigue siendo uno de mis libros favoritos. En éste caso, lo vuelve a hacer. Recurre a un relato ficticio donde, pese a todo, la realidad juega un papel importante. Denuncia la violencia contra los más vulnerables y genera una consecuencia con resultados devastadores. Muy devastadores. Creo lo fundamental no es la trama de la novela, sino el cómo se ha llegado a esa situación. Y la ficción, al igual que el humor, es un recurso maravilloso para abordar temas serios.
A su vez, la novela intercala capítulos de lo que está sucediendo en otros lugares del mundo, o eso parece, porque Laura consigue que el lector se muestre incrédulo y poco receptivo a cualquier relato. Aquí, sin embargo, hay un testigo omnisciente que nos da información de sucesos atroces que suceden en todas partes, a tiempo real, y siempre contra niños. Por tanto la estructura del libro combina tres tipos de narración y dos tiempos. Quizá la mayor complejidad (Y pega) que le he encontrado al libro es que en ocasiones costaba distinguir si seguimos en el pasado o hemos vuelto a la sala de interrogatorios con Laura en el presente.
Una demoledora y original historia que, pese a ser ficticia, no pierde la ocasión de denunciar todo tipo de abusos, violencia e indiferencia hacia los niños. Ellos, nos dijeron, heredarán el mundo. Pero quizá deberíamos preguntarnos si es éste el mundo que merecen heredar.