Reseña: El abismo del olvido, de Paco Roca y Rodrigo Terrasa

¡Cuervos días!
Demasiados sin una novela gráfica asomando entre éstas reseñas. Para solventarlo he tenido que recurrir a uno de mis favoritos, el siempre necesario Paco Roca en ésta publicación junto a Rodrigo Terrasa rescatando algunas de las historias más humanas y olvidadas de nuestra sociedad.

"El 14 de septiembre de 1940, 532 días después del final de la Guerra Civil española, José Celda fue fusilado por el régimen franquista junto a otros 11 hombres en la tapia trasera del cementerio de Paterna, en Valencia, y enterrado con ellos en una fosa común. Más de siete décadas después, y tras una larga travesía por el lado oscuro de un país acomplejado por su pasado, Pepica, la hija de José, una anciana ya octogenaria que tenía 8 años cuando mataron a su padre, logró por fin localizar y recuperar sus restos para restaurar su dignidad.

En la batalla personal de Pepica Celda contra el olvido fue decisivo el papel de Leoncio Badía, un joven republicano que había sido condenado tiempo atrás a trabajar como sepulturero en el cementerio de su pueblo. Jugándose el pellejo, Leoncio, un hombre obsesionado con el sentido de la vida y el orden del universo, había colaborado durante años y en secreto con las viudas de los represaliados de la guerra para identificar sus cadáveres, darles sepultura de la forma más digna posible, localizar sus fosas y ocultar mensajes entre sus restos, convencido de que algún día alguien podría sacarlos de allí.
"


Da igual cuántos años pasen, hay historias que nos llegan con el dolor de una huella imborrable. Aún más imborrable mientras quede quien las cuente, quien las recuerde y especialmente, quien honre la memoria de quienes las vivieron.

"Celda era un hombre alto, tan alto que el día que lo fusilaron las balas le atravesaron el pecho y no la cabeza como a sus compañeros de paredón. [...] El día que lo mataron la guerra ya había acabado".

Rodrigo Terrasa pasó años hasta convencer a Paco Roca de que la historia narrada por Pepica, vecina de Paterna, y de los caídos en el cementerio de Masalfasar merecían ser contadas. Ya no solo por hacerse eco de lo que allí ocurrió e impedir que desaparezca de la memoria colectiva, ya que como sociedad nos debemos ser conscientes de las atrocidades que ha cometido nuestra especie y con qué impunidad llegan a ignorarse delitos contra la humanidad, o a anular el derecho de las familias a recibir consuelo, al descanso eterno. Algo tan humano como tener un lugar donde llorar la ausencia de un ser querido.

A través de sus viñetas es más fácil retratar una época cruel y dolorosa, reviviendo los fantasmas de aquellos que murieron y a los que nunca se ha podido poner nombre. Esos fantasmas pertenecen a personas que fueron enterradas en fosas comunes y que, muchos años después, gracias al trabajo de unos pocos valientes, han podido ser identificados. Entre ellos estaba Leoncio Badía Navarro, enterrador condenado a trabajar en el cementerio "enterrando a los suyos". No pude evitar pensar en cuántas películas se han hecho con personas que salvaron a cientos en situaciones de guerra, y siento que ésta persona bien merecería el mismo reconocimiento. Me paro a pensar en lo duro que debió ser, y en la firmeza necesaria para atreverse a hacer lo que hizo él: Intentar ordenar los cuerpos, llevar un registro de dónde estaba cada uno, preservar recuerdos que poder devolver a sus familias cuando aparecieran por allí preguntando por ellos.

Pero su historia es solo una de las muchas que incluye ésta novela, que pese a narrar hechos reales se sirve también de la magia de la literatura para dar forma a una historia lineal, con sus propios personajes  y su propia alma. Muy interesante su visión sobre los ritos funerarios, la tradición griega y la necesidad desde tiempos de Homero de un funeral digno que permita a los caídos el acceso al otro mundo.

Poco más puedo añadir de la magistral forma en que ambos han tejido ésta historia, trasladándonos entre épocas y personajes sin caer en la herida abierta, aunque sí emocionando. Finalmente el volumen recoge un epílogo que pone rostro e imágenes reales a todos cuantos han ayudado en la elaboración de la novela, desde sus protagonistas hasta los propios autores.

¿Es dura? Desde luego. Pero sería un error dejar que éstas historias desaparezcan y caigan al olvido. Sería un error dejar de darle importancia a una de las páginas más oscuras de nuestra historia. Un error aun mayor faltarle al respeto a la memoria de todos cuantos sufrieron en su piel las barbaridades que se cometieron. Las que aún arrastramos, porque la justicia se niega a volver la vista atrás y devolver la dignidad a tantos y tantos desaparecidos. Como bien cita el libro, somos un país obsesionado con despreciar su memoria. 

Recomendada para todos los que no quieran apartar la mirada al abismo. Nunca olvidemos.






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